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Miedo de amar puede ser consecuencia de experiencias del pasado

Miedo de amar puede ser consecuencia de experiencias del pasado

Cuando hablamos o pensamos sobre amor nos viene a la mente la idea de buenas sensaciones. Asociamos con placer, entusiasmo, sonrisas, cuidados, cariños, deseo, confianza, ofrecer y recibir algo. También pensamos en películas, historias y canciones que suelen colaborar con esa idea. Pero no siempre es así como sucede - hay personas que al pensar en el amor sienten lo contrario, como angustia, decepción, rabia, desprecio, indiferencia y miedo.

Los conceptos que formamos acerca del amor en nuestras vidas están directamente ligados a las experiencias que hemos tenido desde nuestro nacimiento. El amor entra muy temprano en nuestra vida y sucede a través de experiencias del crecimiento, por medio del alimento, de la acogida, de la protección. El fracaso de esas experiencias (sea la ausencia de cuidados o de manera en esos cuidados), la existencia de agresividad o incluso la sobreprotección son movimientos capaces de influenciar y determinar cómo nos relacionar en nuestra vida. La forma que amamos o no y la forma en que estamos dispuestos a recibir o no el amor poseen una base estructural ya existente desde la infancia más primaria en nuestras vidas. Y es por eso que existe una gran dificultad para actuar de forma concreta o técnica, pues no depende sólo del saber o no saber, del hacer o no hacer, sino de algo mucho más íntimo y profundo: el EU de cada persona.

El amor y la falta son dos puntos altamente ligados. Eso porque en realidad sólo podemos amar cuando podemos desear algo o alguien. Por lo tanto, para amar es necesario primero sentir la falta, o incluso soñar al respecto, crear ideas y expectativas para intentar construir o repetir posibilidades en las que esa persona se haga importante. Para amar y ser amado hay que saber lidiar con las frustraciones de la vida, abrir espacios, enfrentar sus miedos y crear expectativas, desear en el otro su satisfacción.

Este amor que tenemos por el otro en la verdad es un amor que tenemos primero por nosotros mismos. Lo que admiramos, deseamos, nos excitamos y construimos en el otro nada más que una forma de atender nuestros deseos personales, es decir, de realizarnos. Es importante resaltar que no se trata de un proceso consciente, por el contrario, esta situación amorosa normalmente es resultado del inconsciente, y aunque sepamos mucho sobre nuestros deseos, difícilmente tendremos total control de éstos. Así, podemos entender que si hay falta de amor, una dificultad de relacionarse, de confiar, de ofrecer y recibir afecto, muy probablemente eso es un resultado de la falta de amor por sí mismo, o de la confusión que se formó acerca de amar

Los factores que llevan a alguien a no desear a otro alguien son diversos, es muy íntimo y particular para cada persona. Pero podemos aquí pensar en algunas situaciones de vida, como la de personas que no tuvieron o no tienen la experiencia de falta. Cuando una persona no necesitó o necesita correr detrás de alguien para ser atendido, tiende a no darse el trabajo de aprender a esforzarse, superar o conquistar. Normalmente son personas que fueron superprotegidas y no desarrollaron en su crecimiento un intercambio de actitudes que representara una relación - solamente la idea de que el otro debe servir. Hay personas que han sido o son tan enaltecidas por los padres o por su medio, y por eso no desarrollan la capacidad de mirar a otro como un intercambio. Luego, esa persona se basta, sabe lo que quiere, no necesita perder tiempo con otra persona o sólo permite que una persona específica atienda sus necesidades, entonces nadie más servirá. Normalmente son personas prepotentes y que se preocupan de predicar a los cuatro rincones del mundo lo que son autosuficientes, pero en realidad podemos también decir que son personas miedosas, pues no aprendieron a confiar o encontrar, fuera de su burbuja, recursos para relacionarse, para confiar en sí mismos en el momento de hacer intercambios con el medio. No se relacionan para no correr riesgo de perder su lugar de destaque.

Hay también los casos inversos, en los que la persona sufrió experiencias claramente malas en la vida, como agresiones, rigidez, abusos o falta de cuidados básicos. Estas personas crecen con un miedo instalado en sí, como si fuera un sistema de protección natural. Las malas experiencias quedan en alerta en la memoria (aunque no haya un recuerdo) para que pueda protegerse. Esto dificulta el proceso de confiar en el otro, porque ella aprendió que el medio no le trae algo bueno. Son personas que pueden ser muy agresivas, golpear, violentar y no presentar cariño, pues no quieren que el otro permanezca cerca en su vida, una vez que esa presencia le da angustia, y en su fantasía cree ser mejor atacar antes de ser atacado . También vale recordar que puede haber reacción inversa, es decir, el miedo a revivir las malas experiencias. Esto hace que inconscientemente la persona haga algunas elecciones amorosas equivocadas. Y repetidas veces revive las escenas malas en su vida, casi a propósito, reforzando así que el medio no es confiable y que es mejor mantenerse alejado y no relacionarse.

Otras situaciones: el miedo al rechazo. Las personas que no confían en sí tendrán dificultades de exponerse por la mitad, pues no creen que son lo suficientemente buenas y no han aprendido que pueden generar interés del medio para consigo. Estas personas poseen un EU abandonado y descrente en sus valores. También existe el temor de dar cierto, un boicot inconsciente a sí mismo sucede con personas que fantasías desde temprano que no pueden ser mejores que otras, que la felicidad causará cosas malas, como celos y envidia, o que no será justo con los demás que no lograron tal conquista. Ellas cargan culpas y conflictos intensos, pues no saben qué hacer o cómo mantenerse en una situación mejor de vida. Esta angustia provoca la desistencia de relaciones amorosas, pues ella no se permite mirar al mundo y desear algo de él. El que vive esta situación normalmente acaba encontrando disfraces caritativos para justificarse, como cuidar de la familia, y sujeta sus deseos personales boicoteando sus posibilidades de relaciones.

Como pueden ver, hay muchas posibilidades para el miedo de amar y la historia de vida de cada persona será siempre la respuesta para entender. Pero hay un punto en común entre todas las posibilidades: la de que los miedos ligados al amor en realidad representan la falta de confianza que la persona tiene en sí misma, es decir, en saber si de hecho existe amor dentro de ella o incluso en cómo para tratar o conducir este amor. Y pensando por esta vía, podemos entender que nadie puede dar lo que no tiene, o que no sabe que tiene, pues no sabe dónde está ni cómo hacer.

Y no saber acerca del propio amor, es no saber al respecto de la propia existencia y no hay angustia mayor que esa en la vida!


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