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El Cielo es natural, siempre y cuando exista confianza en el compañero

El Cielo es natural, siempre y cuando exista confianza en el compañero

Responde rápido: ¿qué duele más al celoso, el descubrimiento o la desconfianza? Los celos son un sentimiento tan complejo, que así como sucede en las fobias y los pánicos, puede acabar siendo más torturante en la imaginación que en la realidad. Por supuesto, el descubrimiento de ser traicionado es muy doloroso y, ciertamente, la mayor que un ser humano puede sentir en los asuntos del corazón. Pero imaginar la traición puede, por increíble que parezca, generar dolores y angustias equivalentes.

Muchos de ustedes probablemente me dirían que es menos doloroso imaginar una traición y sus tramas que, de hecho, desvelarla. Pero en casos patológicos, como en la paranoia, la expectativa de un determinado desenlace que no se configura, y lo que es peor, se retrasa, acaba convirtiéndose en la más insoportable de las angustias.

El celoso patológico arquitecta horas y horas por día . Su actividad cerebral es a menudo monotemática

En la imaginación del celoso martillan los innumerables "detalles" de la supuesta traición. Él realmente cree y siente que está siendo traicionado. "¿Con quién mi socio me está traicionando? ¿Cuándo seré cambiada por otra que le dé más alegría y amor?". El celoso patológico arquitecto horas y horas al día. Su actividad cerebral es, muchas veces, monotemática: piensa todo el tiempo como y cuando va a ver la situación que tanto se pospone. Cuando descubre algo - si es que descubre - puede sentir una forma de alivio en un primer momento. En ese contexto hay también el fin de relaciones sin la menor posibilidad de diálogo o de perdón y los graves casos de crímenes pasionales.

Las escenas pueden ser clásicas: la mujer checa recuerdos ambiguos en el celular, se moja en los bolsillos o en la cartera, investiga el movimiento del compañero en las redes sociales. ¿Cuánto celos no puede generar una "nueva amiga"?

Justicia sea hecha. Por la manera como estoy escribiendo, hasta parece que los celos son exclusividad de las mujeres. No es. El sentimiento es sólo menos alardeado entre los hombres educados para disimular los sentimientos. Como bien cantó Roberto Frejat, "Hombre no llora ni por dolor ni por amor". Tal vez usted no vea sus lágrimas, pero si poseía algún tipo de rayos X del sufrimiento, sabría que ellos también se corro (tanto o más) cuando imaginan algún opositor.

Es preciso, sin embargo, aclarar que existen diferencias entre el " los celos femeninos y el masculino. Las mujeres sienten, primordialmente, celos del sentimiento que otras mujeres pueden desencadenar en el compañero, de los intercambios afectivos. En el caso del hombre, hay una preocupación relativa a su virilidad. Es primordialmente doloroso para ellos imaginar la relación sexual entre su pareja y otro macho que la pueda satisfacer.

Origen de los celos

Pero, después de todo, ¿de dónde vienen los celos? ¿Cómo es gestado dentro de nosotros? Porque desde el punto de vista del psicoanálisis, su origen está en el primer par formado por nosotros, seres humanos: la doble madre e hijo. El sentimiento de completitud que el bebé siente en los brazos de la madre pasa por un fracaso natural a lo largo del tiempo. El hijo percibe que el desfile de otras personas en su frente demuestra que, en realidad, no es sólo con él que la madre se realiza. Decimos que en los primeros años, el niño vivía los celos en el triángulo formado por ella, la madre y el padre. Y en la falta de éste, algo o alguien que desvíe la mirada materna, como hermanos, o el trabajo. En verdad, hay una variedad de otras situaciones que indican al pequeño niño que la madre, al desviar la mirada, encuentra satisfacción en otro lugar.

En otras palabras, no hay niño que no tenga sentido celos al inicio de su desarrollo psíquico , y ese es el recorrido natural en nuestra constitución como adultos, capaces de soportar frustraciones y faltas en la vida.

Cuando niños, ya tenemos la dimensión de que podemos ser "cambiados" por otra persona. Es uno de los sentimientos más dolorosos que un ser humano puede sentir. La forma de cada niño vivir ese sentimiento de exclusión influenciará toda su estructura psíquica, determinando, en la vida adulta, cómo esa persona se posicionará frente al amor y vivir la fantasía de ser amada o rechazada.

No hay comportamiento de madre o de padre que pueda evitar eso, pues no escapamos a lo innegable. Sí, todo el mundo desea, de alguna manera, ser un pegado con el otro. En el estado de pasión, inconscientemente, cada uno de los miembros de la pareja revive la sensación de completitud rescatada de la doble madre e hijo. La felicidad sentida es inmensa y, junto con ella, el miedo de perder al otro. Con el paso del tiempo, la ilusión de exclusividad del amor se desmorona, así como sucede en el primer triángulo de nuestras vidas. La luna de miel necesita acabar en algún momento, y cada uno de los miembros vuelve su mirada hacia otra cosa más allá del compañero amoroso.

A pesar de estar hablando de una construcción muy inconsciente, es posible afirmar que la manera con que cada niño vive esta fase de la percepción del triángulo va a dibujar la presencia de los celos en su relación amorosa en la vida adulta. Es por eso que, en mayor o menor grado, todo ser humano se siente celoso cuando se relaciona amorosamente.

Pero la cuestión que se plantea es la de la intensidad de ese sentimiento. Hay el "celos normal", en el que no se quiere perder al otro, pero a pesar de ello, se establece una relación de confianza mutua. Pero existe también el "celos delirante".

Para el paranoico, todo lo que sucede tiene relación con él o con su tema central. Por eso los vemos construyendo un mundo propio en que siempre tienen razón. Cuando el paranoico cree que está siendo traicionado, desconfía de todos, incluso de aquel que lo intenta convencer de lo contrario. En este caso, lamentablemente, estamos ante los celos patológicos, y que difícilmente será disipado sin ayuda terapéutica.

Hay además, además de los normales y de los paranóicos, aquellos que evitan la relación para defenderse de la posibilidad de sentir la intemperie del tiempo, el amor, el amor.

El psicoanálisis aparte, creo perfecta la frase de Stendhal: "Para que una buena relación continúe y sea agradable, no hay que sospechar prudentemente cómo ocultar discretamente la sospechosa."

En fin, que disparar la primera piedra que nunca sintió, ni un poquito que sea, ese tal de celos!


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